viernes, 29 de junio de 2012

LOS DIOSES DE PHILIP JOSÉ FARMER

El lunes pasado mencioné en mi muro de Facebook que me acababa de llegar el libro THE GODS OF OPAR del gran Philip José Farmer. El punto del post era que lo recibí gratis por medio del Book Depository, pero se me ocurrió que algunas palabras breves sobre el libro en si valían la pena también. Farmer (1918-2009) nunca será tan famoso como Asimov, o Clarke, o Heinlein. Es más, muchos lectores ni siquiera lo conocen, o a la mejor han oído su nombre, pero no han leído nada suyo. En un mundo perfecto, sin embargo, el sería el más celebrado de todos. De hecho, me había tardado en escribir ésta postal. Cuando inicié el blog hace más de un año uno de los primeros escritores de los que quise hablar fue precisamente Philip José Farmer. Agarro esto como excusa conveniente.


El prolífico Farmer sencillamente escribió dentro de todos los géneros habidos y por haber, desde novelas literarias como FIRE & NIGHT, hasta novelas de misterio como NOTHING BURNS IN HELL, pasando por supuesto por una sorprendente cantidad de ciencia-ficción y fantasía y relatos que simplemente son imposibles de clasificar. Uno de esos escritores, como Fritz Leiber hace 40 años o Dan Simmons hoy en día, capaces de saltar de un genero a otro, brillando en todos ellos y además (por si esto no fuera ya suficiente para llenarnos de envidia), haciéndolo parecer fácil. Farmer, siempre un pionero adelantado a la curva, fue uno de los primeros escritores que se atrevió a incluir elementos de sexualidad en los cuentos de CF, como en el clásico “The Lovers” o en novelas como FLESH. Su libro IMAGE OF THE BEAST hizo lo mismo en el otrora “casto” genero de la Fantasía. ¿Recuerdan los cuentos de los años 30s y 40s (los de Asimov, por ejemplo), casi asexuados y penosamente inmaduros? Muy fácilmente se puede dividir la ciencia-ficción antes y después de Farmer. Nuestra deuda histórica con él es enorme. La religión fue otro tabú espinoso que Farmer rompió como si nada en novelas como JESUS ON MARS o en los irreverentes relatos del Padre Carmody. Se dice que Heinlein le dedico su STRANGER IN A STRANGE LAND a Farmer por esta razón. Mucha gente se distrae por esto, desgraciadamente, y olvida que Farmer no solo era un revoltoso rompe-reglas, sino que sus cuentos y novelas están escritos magistralmente además. Y ni siquiera he mencionado sus series más populares, ya sea RIVERWORLD, o THE WORLD OF TIERS, que todo seguidor de la CF que se jacte de serlo debe leer por lo menos una vez en su vida.

Algo que Farmer adoraba, y hacia mejor que nadie, eran los pastiches literarios; homenajes bienintencionados a los escritores del pasado que le habían inspirado y ofrecido tantas horas de entretenimiento. Muchos lectores prefieren ocultar de sus amistades y familiares el “vergonzoso” hecho que leen comics, o esas novelitas de CF con las portadas ridículas. Farmer, por el contrario, era un enamorado confeso de la literatura pulp, y no le molestaba que la gente se enterara. Era capaz de pastiches literarios muy elevados, como su “Riders of the Purple Wage”, basado en el FINNEGANS WAKE de Joyce (y que de hecho le ganó un Hugo), pero lo que más amaba era la literatura “barata” de género.


¿Quién de aquí no recuerda con una sonrisa en la cara cuentos como “The Adventure of the Peerless Peer”, donde Tarzan y Sherlock Holmes deben unir fuerzas durante la Primera Guerra Mundial y acaban encontrando una civilización perdida de un cuento de H. Rider Haggard? (Hay que mencionar que a los amables señores que tienen los derechos de autor de Edgar Rice Burroughs no les pareció tan divertida y prohibieron su venta, haciendo que destruyeran todas las copias que pudieron encontrar. En vez de inmutarse, Farmer simplemente rescribió el cuento con Mowgli en el lugar de Tarzan y lo llamó “The Adventure of the 3 Madmen”. Cualquiera de las dos versiones es fabulosa). Quizá recuerden la novela A FEAST UNKNOWN, controvertido libro de corte pornográfico donde Tarzan y Doc Savage únicamente son capaces de tener erecciones durante episodios violentos, y eyacular después de matar gente. O quizá les sean familiares novelas un poco más tradicionales como TIME’S LAST GIFT. O quizá libros como A BARNSTORMER OF OZ (el protagonista es el hijo de Dorothy), o THE OTHER LOG OF PHILEAS FOGG (donde se revela lo que verdaderamente ocurrió en la novela de Jules Verne). Mucha gente leerá este último párrafo y pensara “qué tontería”. Quizá, pero personalmente yo las encuentro muy divertidas. Es evidente (para mí) que Farmer disfrutaba escribiéndolas y ese placer es contagioso. ¿Qué más puede pedir un autor?


Por otra parte, por favor no vayan a pensar que Farmer solo escribía pastiches sin autorización (como el típico autor de fan-fiction que inundan el internet con basura). Su evidente talento literario le llevaron además a convertirse en uno de los poquísimos autores de novelas “oficiales”, sancionadas por los dueños de los derechos, como ESCAPE FROM LOKI (con Doc Savage de protagonista) y THE DARK HEART OF TIME (con Tarzan). Que yo sepa las únicas otras novelas oficiales de Tarzan no escritas por Edgar Rice Burroughs en los últimos cien años son la de Fritz Leiber y la de Joe Lansdale. Irónicamente, no resultaron tan buenas como algunos de sus intentos no oficiales.




Sus “biografías apócrifas” del principio de los 70s, TARZAN ALIVE y DOC SAVAGE: HIS APOCALYPTIC LIFE virtualmente iniciaron todo el fenómeno Wold Newton, donde todos los personajes fantásticos de la literatura de género se conocen o están relacionados entre sí de alguna manera. Es decir, el John Carter de los libros marcianos de Edgar Rice Burroughs es parte de la familia del Randolph Carter de los cuentos oníricos de Lovecraft, por ejemplo. Obviamente Farmer no pretendía que alguien lo tomara en serio. Solo era un elaborado juego literario, nada más. Gente como Kim Newman se inspiró del mismo para escribir su inolvidable ANNO DRACULA (y respectivas secuelas) y algunos años luego el maestro Alan Moore también lo hizo para su LEAGUE OF EXTRAORDINARY GENTLEMEN. Desgraciadamente mucha gente se tomaron la cosa demasiado en serio. Si uno entra a la página de Wold Newton descubrirá varios artículos (eso sí, muy eruditos) donde los detalles más triviales de los personajes más obscuros son discutidos hasta el cansancio. El ultimo que leí intentaba demostrar la relación sanguínea de John Reid (el Llanero Solitario) y Brit Reid (el Avispón Verde). En fin… a veces se puede llevar demasiado lejos el ser un geek.


Lo cual nos lleva, indirectamente, al punto de la postal del día de hoy. GODS OF OPAR, una edición muy bonita en pasta dura que nos ofrece Subterranean Press, incluye dos de las novelas de Farmer más tradicionales y fieles al universo de Edgar Rice Burroughs. Aquí no hay nada que un purista de Tarzan podría encontrar ofensivo. Todo lo contrario. Incluye además una colaboración póstuma con Christopher Carey, quien completo el manuscrito inconcluso de Farmer que cerraba la trilogía. La novela original HADON OF ANCIENT OPAR apareció por primera vez en 1974, cuando Farmer estaba en su mejor momento. Farmer crea aquí un pastiche que irónicamente supera al original. (Farmer indudablemente era un escritor mucho más dotado que Edgar Rice Burroughs). Como el titulo nos lo advierte, la historia involucra a la ciudad perdida de Opar, que aparece en un manojo de novelas de Tarzan (de todas las muchas, muchísimas, civilizaciones perdidas que Tarzan encontró en África, Opar fue la primera y es probablemente la más conocida), solo que situada en el distante pasado, antes de la última glaciación hace doce mil años, cuando el matriarcado de Opar estaba en su apogeo. La historia sigue al guerrero Hadon, en su intento de ganar los Grandes Juegos. Sus aventuras lo llevan de un extremo a otro de este mundo primordial. El nivel de imaginación e invención aquí presente nos recuerda a un Jack Vance más que al mismo ERB. Si algo le sobraban a Farmer eran las ideas. El personaje de Sahhindar, de los ojos grises, también aparece (si no han leído TIME’S LAST GIFT no les puedo revelar mas). Como buena novela pulp, el libro termina con un cliffhanger (casi literal).


La segunda novela, FLIGHT TO OPAR continua la aventura segundos después del final del libro anterior, y concluye la guerra civil en el África prehistórico. Muy apropiadamente la historia termina con la aparición de La, la hija del heroico Hadon, la misma voluptuosa futura reina que todos los lectores de Tarzan conocemos bien (en un mundo ideal, Tarzan botaría a la aburrida Jane, claro, y se iría con La). El gigantesco Kwasin, uno de los muchos inolvidables personajes del primer libro, campeón de enormes apetitos y vicios, esta ausente en el segundo libro por alguna razón. El tercer libro, THE SONG OF KWASIN, coescrito por Carey, soluciona esto robándole el escenario a Hadon. A diferencia de las colecciones de Conan, donde L. Sprague DeCamp y Lin Carter se toman la molestia de explicarnos qué partes escribió Robert E. Howard antes de su muerte, y qué partes completaron ellos por su lado, aquí Carey nunca nos dice qué partes del tercer libro las escribió Farmer. Aun así debo decir que el libro se siente natural, orgánico. Las costuras póstumas son completamente invisibles. A pesar de que Farmer nominalmente basó sus ideas en los mundos de ERB, en realidad añadió tanto o más como el autor original. Al final se incluyen anexos y apéndices (al estilo de Tolkien) donde Farmer continuó expandiendo la historia secreta de nuestro mundo, este vasto imaginario en donde Opar es una parte tan valiosa. Si tienen oportunidad, vale la pena que le echen un ojo.

lunes, 18 de junio de 2012

EL MODERNO PROMETEO, O EL FRANKENSTEIN DE RIDLEY SCOTT

Hay muchos, demasiados, blogs donde se ofrecen opiniones sobre películas. En parte, es una de las razones por las que he intentado dedicar el blog a hablar de libros exclusivamente. Supongo, sin embargo, que el tema en boca de todos (o por lo menos aquellos que se molestan en leer este tipo de blogs) es el estreno de la película PROMETHEUS, que ha causado tanta polémica. Quería platicar solo unas palabras al respecto. Me ha sorprendido el nivel de pasiones que éste film ha levantado. Por una parte, supongo que era inevitable. “¡El maestro Ridley Scott regresa a la Ciencia-Ficción!”. Hasta los que no son seguidores hardcore de la CF seguramente se enteraron. Que el arquitecto de obras tan entrañables como ALIEN y BLADE RUNNER volviera a nuestro genero, por supuesto, también era una muy conveniente forma de ignorar varios de los bodrios recientes que ha hecho (¿alguien aquí vio ROBIN HOOD con Russell Crowe?), argumentando que “esos no eran CF, y por eso no cuentan”.


El problema con este tipo de estrategia de marketing, desgraciadamente, son las enormes expectativas de todo el mundo previas a ver la mentada película. ¿Recuerdan el entusiasmo original de la gente cuando empezaron a salir los primeros cortos de EPISODE I hace casi 15 años? Aun si se obtiene una obra maestra va a ser imposible satisfacer al público. Peor aun cuando lo que uno recibe no es exactamente una obra maestra.


Antes de proceder más, debo aclarar de antemano que a mi si me gustó la película. Ver como todos los geeks salían de la sala quejándose a gritos por tal inconsistencia, o vituperando a insultos tal y tal escena, solo añadió a mi placer. Visualmente la película es impecable, y no creo que nadie haya tenido algún problema en ese departamento. No me refiero nada más a los efectos especiales. Las panorámicas de la cascada en la primera escena (el prologo donde el Ingeniero, un Hércules albino, se sacrifica para crear la vida en algún mundo), hasta la escena cuando la Prometeo esta aterrizando en ese mundo poblado de nubes colosales, la fotografía se me hizo sencillamente impresionante. Me habría encantado verla en una sala con IMAX. Sí, estoy consciente que algunos detallitos de CGI fueron añadidos a ambas escenas. No altera el hecho que ambas escenas son fantásticas y, de hecho, ambos paisajes son reales y no creados dentro de una computadora, filmados en Islandia, un país que definitivamente tengo que ir a visitar algún día.


Con respecto a las actuaciones, creo que ya es hora que admitamos que Michael Fassbender es quizá el mejor actor trabajando hoy por hoy. Desde SHAME hasta A DANGEROUS METHOD de Cronenberg, pasando por su pequeña pero inolvidable participación en la INGLOURIOUS BASTERDS de Tarantino, su mera presencia mesmeriza al espectador. Caramba, hasta de Magneto en X-MEN: FIRST CLASS salió muy bien librado. Noomi Rapace, por su parte, también hace un gran papel, aun cuando su personaje y sus trabas religiosas llegan a molestar ligeramente. Aun así, creo que funciona apropiadamente como la contraparte de Ripley, hasta corriendo en ropa interior dentro de la nave como Sigourney Weaver hace más de 30 años. (Curiosamente, Anne Hathaway y Natalie Portman en algún momento fueron consideradas para el papel. ¿Se lo pueden imaginar?) Idris Elba se roba todas sus (desgraciadamente muy pocas) escenas, aun cuando las acciones de su personaje no tienen mucho sentido. Guy Pearce es sencillamente irreconocible bajo diez kilos de maquillaje. Tan irreconocible, que de hecho creo que nadie se ha enterado siquiera que aparece en la película. Ciertamente no he escuchado a nadie decir nada (bueno o malo) sobre su actuación hasta el momento. Tristemente, Charlize Theron no añade mucho a la trama. Leyendo de nuevo el párrafo que acabo de escribir me doy cuenta que me encantaron las actuaciones. Son las acciones de los personajes que interpretan que me dejaron frunciendo el ceño un par de veces. Lo cual, inevitablemente nos lleva al guion…


Mucha gente se ha obsesionado, casi con ahincó enfermizo, en el hecho que Damon Lindelof tuvo mano en el guion. Como muchos sabrán (o quizá no, y esta sea solo una preocupación geek), Lindelof era uno de los escritores principales de LOST, y todos los que detestaron el final de aquella serie se echaron como perros rabiosos sobre él, más que contra J.J. Abrams. A mí la verdad me gustó mucho el final de LOST. No, no resolvió todo. De hecho, dejo un MONTÓN de preguntas sin resolver. Aun así se me hizo muy emotivo, y en cierta forma el final ideal para la serie. Habiendo dicho esto, estoy de acuerdo que Lindelof tiene varios problemas como escritor, la mayoría de los cuales se hicieron presentes en PROMETHEUS. No solo el tema ambiguo (normalmente algo bueno), sino más que nada la tendencia de sus personajes a de vez en cuando actuar como perfectos idiotas sin ninguna razón aparente. (El científico que se pone a jugar con el pene con colmillos como si fuera un tierno conejito es particularmente inexplicable. El hecho que el tipo era un biólogo, solo empeora la situación). Es decir, me encantan las películas que me ponen a pensar después de verlas, cuando es intencional, y no por errores en el guion.


Lo último que deseo hacer es unirme a la muchedumbre de criticones que solo quieren atacar la película. Como ya aclare arriba, sí me agradó y pienso verla de nuevo antes que termine la semana. En efecto, el guion tiene detallitos muy buenos, como los de David (el androide) matando el tiempo mientras el resto de los pasajeros están congelados en animación suspendida. Viendo LAWRENCE OF ARABIA, tiñéndose el pelo, jugando básquetbol. La escena cuando descubren la cámara repleta de “vasijas” es verdaderamente majestuosa. “Awe-inspiring” como dirían los gringos. . La escena cuando David activa el mapa estelar. He leído que a mucha gente la escena del “auto-aborto” les disgustó, pero a mí me encantó. Me atrevería a decir que es lo más cercano al horror visceral de la primera ALIEN, que hasta parecía hecha por aquel Cronenberg de los años 70s y películas como SHIVERS y THE BROOD.


Entonces pues ¿es demasiado pretenciosa? Según yo, acusarla de esto es perder el punto completamente y, en todo caso, confieso que lo pretencioso no necesariamente me molesta, o sea que no puedo opinar al respecto. ¿Demasiado religiosa, o peor aún, demasiado mística? De nuevo, el personaje de Noomi Rapace es algo irritante. Uno casi desea que la trama revele que ella está completamente equivocada solo para poder restregárselo en la cara. Habiendo dicho esto, yo no tengo problema alguno con la religión (la religión organizada es otra historia, claro), e inclusive la idea de una “científica” con fe en dios no la encuentro tan absurda como el resto del mundo parece hacerlo. Mucha gente critica que hay momentos que parecen inspirados en Erich von Däniken y su infame CHARIOTS OF THE GODS?. Yo únicamente les recordaría que Lovecraft ya andaba proponiendo el origen extraterrestre de la vida en nuestro mundo mucho antes en cuentos como “At The Mountains of Madness”, y que yo sepa ningún geek que se jacte de serlo jamás ha criticado ese cuento como basura. (Por supuesto, Lovecraft no metió especulaciones místicas sobre OVNIs en su relato).

En resumen, y si mi opinión cuenta para algo, uno debe dejar de preocuparse por cómo este film embona exactamente con el resto de la franquicia de ALIEN, y dejarse llevar. Disfrúten la peli por lo que es y no por lo que no es. En mi caso, ni siquiera la estoy considerando como una precuela. A lo mucho un spinoff que ocurre en el mismo universo. Como el mismo Ridley Scott comentó en alguna entrevista, la película comparte algunos “strands of ALIEN’s DNA”, pero nada más. Sería interesante averiguar cuál habría sido la respuesta de la gente si esta película no hubiera sido hecha por el director de ALIEN y BLADE RUNNER.

viernes, 15 de junio de 2012

CIENCIA FICCIÓN Y FANTASÍA NO ANGLOSAJONA

Me han preguntado por qué solo hablo de libros de ciencia-ficción o fantasía anglosajones en mi blog. Esto no es enteramente cierto. Recuerdo, por ejemplo, haber platicado sobre TRÍPTICO DE TRINIDAD del argentino Carlos Gardini. Sobre LA DAMA DEL LAGO, el séptimo volumen de las crónicas de Geralt de Rivia, del maestro Andrzej Sapkowski (la gran mayoría de sus novelas han sido traducidas a una veintena de lenguajes excepto el inglés, irónicamente). Pero supongo que la crítica es válida. A riesgo de sonar malinchista, es lo que he leído toda mi vida y supongo que es lo que me hace sentir cómodo. Afortunadamente, no es lo único que leo. Hace un par de días me regalaron KALPA IMPERIAL de Angélica Gorodischer. Por supuesto, yo ya conocía de esta mujer argentina, pero confieso que no había leído estos once cuentos en particular (excepto uno). Por eso y otras razones, el regalo me dio muchísimo gusto. Es irónico que no lo haya leído con anterioridad, pues es el único libro de Gorodischer que ha sido traducido al inglés (por cierta mujer de apellido Le Guin. Quizá hayan oído algo de ella).


Once relatos, once fragmentos, que nos narran la historia parcial del Imperio Más Vasto que Nunca Existió. Podrían ser ciento once u once mil, la historia siempre seria incompleta. Un imperio sin nombre y de imposible antigüedad. Kalpa es una palabra en sanscrito que define un larguísimo periodo de tiempo en la cosmología hindú y budista, más de 4 mil millones de años, y Gorodischer no la escogió en vano. Ninguna palabra u oración en este libro lo fue. Sin usar miles de páginas como Tolkien (o muchos más), nos describe, aparentemente sin ningún esfuerzo, algo casi imposible de concebir dentro de nuestras mentes. Este mismo imperio, o por lo menos una variación del mismo, ya existía antes del primer relato y existirá mucho después del último. Estrictamente hablando, no es una fantasía como entendemos el termino. No hay magia o factores sobrenaturales presentes, a menos que nos fijemos en detallitos. La única magia presente, en mi opinión, es en el oficio de Gorodischer para narrar relatos. Si van a la página de Amazon (para ver la edición en inglés) verán a muchos lectores comparando estos cuentos con Borges o con Cortázar (lo cual probablemente alegrará mucho a la persona que me obsequió el libro), sin embargo a mí personalmente me recuerdan mas a Calvino, sobre todo en su placer de narrar historias cuyo principal tema es precisamente el de contar historias. Una de mis favoritas es “El Fin de una Dinastía o Historia Natural de los Hurones” (que ya había leído en inglés hace muchos años en una de las antologías STARLIGHT de Patrick Nielsen Hayden), que demuestra un dominio del lenguaje absoluto. Una prosa elegante, pero al mismo tiempo informal. Casi como si el narrador fuera un amigo intimo contándonos una anécdota personal.

Averiguando mas en línea, uno descubre que Angélica Gorodischer ha escrito 19 libros de literatura fantástica, pero KALPA IMPERIAL es el único en ser traducido al inglés. Ignoro la razón de esta lamentable situación. La traducción es de hace casi 10 años, lo que me hizo temer que ya no iba a haber más. (Afortunadamente, hurgando entre las páginas de Amazon en preparación de escribir esta postal, descubro con alegría que un segundo libro, TRAFALGAR, sale en febrero del 2013) ¿Quizá las ventas no fueron lo esperadas? Quizá. Ciertamente, las historias son tan bellas, pero etéreas que a la mejor pusieron a dormir a los pobres gringos. Quizá no hay traductores dispuestos a echarse el paquete. O quizá simplemente no recibió el marketing correcto, lo que nos da esperanzas que en algún futuro incierto su obra pueda ser conocida mejor. Ojala. Ciertamente lo merece.


Muy casualmente, hace menos de un mes recibí otro regalito que también cumple los requisitos de la postal del día de hoy. Si el libro anterior era “fantasía”, este es definitivamente ciencia-ficción. Igual que el anterior, no está escrito por un autor de origen anglosajón (aunque la copia que leí está traducida al inglés). Se trata de DEATH SENTENCES, del japonés Kawamata Chiaki, virtualmente desconocido fuera de su país, otra obra que se escribió originalmente en los 80s pero que apenas recibe una traducción en tiempos recientes. En este fascinante librito, el poeta surrealista André Breton conoce en el Paris de los años 40s a un joven llamado Hu Mei (Who May en ingles, claro, pero también quizá fumei, que significa anónimo en japonés) cuyos extraños versos el veterano surrealista debe “diagnosticar”. Primero ambivalente, inclusive asqueado por los poemas de Hu Mei, poco a poco Breton se obsesiona con ellos. Los circula entre sus amigos y colegas, toda la camarilla de artistas y bohemios que formaban el mundo de los surrealistas. Todos comienzan a morir. Artistas como Sylvia Carney, Benjamin Péret, Jean-Pierre Duprey, Wolfgang Paalen, y eventualmente el mismo Breton. Accidentes, circunstancias misteriosas y suicidios. Es decir, exactamente como sucedió en nuestro mundo en la vida real. Chiaki mezcla ficción y realidad como Pynchon o Tim Powers. Con la muerte de los surrealistas la plaga es contenida, como un fuego que se extingue cuando se le acaba el combustible. Décadas después, sin embargo, un paquete de documentos surrealistas es descubierto en Japón, los poemas brillantes de Hu Mei son traducidos a otros idiomas y publicados y la plaga regresa…


Kawamata Chiaki escribe desde principio de los 70s y DEATH SENTENCES es su decimosexta novela.  Me sigue pareciendo curioso que tan poco conozcamos de él o su obra en el extranjero. Quizá el arrollador éxito de algunos de sus contemporáneos, como Murakami, es lo que ha motivado a las editoriales a buscar más “tesoros perdidos” en el Japón. (De hecho, una comparación muy interesante se podría hacer entre la muy reciente 1Q84 y DEATH SENTENCES). Solo para demostrar que no se andan con rodeos, la editorial consiguió al mismísimo William Gibson para dar la recomendación en la contraportada, donde nos describe a DEATH SENTENCES como: “a hardboiled, sharply surreal fable about the power of the written word.” Desgraciadamente, por mucho que sigo respetando a Gibson como novelista, no estoy seguro que él fuera el indicado para promover el libro. DEATH SENTENCES no es cyberpunk, ni mucho menos. Ni siquiera es anti-cyberpunk. De la manera que corta y analiza el poder de las palabras y su influencia sobre la mente inconsciente (un concepto muy Bretoniano, por cierto), me recuerda mucho más a la New Wave de los 60s (a pesar de irónicamente haber sido publicada en primer lugar el mismo año que NEUROMANCER) y a escritores como Ballard. Encuentro mucho de Stanislaw Lem y Samuel Delany aquí. Sobre todo de Philip K Dick, cuyas ideas siguen nutriendo mucho de nuestra CF contemporánea. En efecto, Kawamata Chiaki admite que la “highly surrealistic novel” de 1964, MARTIAN TIME-SLIP funciona como un prototipo para DEATH SENTENCES.


Hay mucho, muchísimo, de Dick aquí presente. Alguna reseña menciona que el momento en que Sakamoto, uno de los policías encargados de localizar copias de estos poemas asesinos (como los bomberos en FAHRENHEIT 451), finalmente cae en la tentación y lee uno de estos versos, le recordó el momento en que Guy Montag igualmente prueba del fruto prohibido en la novela de Bradbury. A mí la verdad me recordó más al desgraciado protagonista de A SCANNER DARKLY de Dick. No nos queda claro qué les pasa a las víctimas en el momento de morir. Una sensación de “euforia” es vagamente descrita. Un deseo de “trascender” sus cuerpos y existir dentro de las alucinaciones causadas por los poemas. ¿No les recuerda todo esto a la CAN-D, la droga en THE THREE STIGMATA OF PALMER ELDRITCH, que causaba en los adictos una urgencia por vivir dentro de las maquetas felices de Perky Pat? (O inclusive, más bien, a los efectos de CHEW-Z, la versión “mejorada” que cancelaba el tiempo y prometía vida eterna)


La idea del lenguaje mismo como algo toxico, algo viral, casi como una enfermedad infecciosa, en realidad no es nueva, claro. Recordemos a William Burroughs en novelas como su NAKED LUNCH, o el adictivo lenguaje de Babel-17 en la novela homónima de Delany. Recordemos a la demoledora BOX NINE, con su droga ilegal Lingo que alteraba el lenguaje de los adictos modificando la realidad a su alrededor.  O el mantra de 28 letras (mejor conocido como alfabeto) que define al universo en THE INVISIBLES de Grant Morrison. THE FLAME ALPHABET de Ben Marcus. SNOW CRASH de Neal Stephenson. El reciente EMBASSYTOWN de China Miéville. Etcétera, etcétera. Si nos vamos para el caso, THE KING IN YELLOW (bien conocido por todos los Lovecraftianos presentes) de Robert W Chambers, escrito a finales del siglo XIX y con su premisa de una obra de teatro malévola, es esencialmente lo mismo. Lo que hoy definiríamos como “memes asesinos” infestan la obra, y si la ves o la lees más allá del Segundo Acto te vuelves loco (algo muy parecido ocurre, por supuesto, si intentas leer el NECRONOMICON de Lovecraft). Los “videos asesinos”, de películas como THE RING de Koji Suzuki de hace ya 20 años son tan solo una variación moderna sobre el mismo tema. (La famosa novela INFINITE JEST de David Foster Wallace tenía una premisa similar, al igual que el cuento “Destroy All Brains!” de Paul Di Filippo de principios de los 90s)

Cuando menciono que la sensación de euforia es “vagamente descrita”, me refiero exactamente a eso. Me queda la impresión que la prosa que usa Chiaki pretende ser alucinante y concisa al mismo tiempo, una mezcla artificial que intenta imitar los efectos de la enfermedad, pero que en muchas partes del libro aparece más bien algo simplona. ¿Culpa de la traducción o del autor mismo? En realidad no hay manera de saberlo (a menos que lean japonés). Irónicamente, el titulo mismo parece sufrir también de una pobre traducción… que le acaba beneficiando. GENSHI-GARI significa, literalmente, “cazando los poemas mágicos”, mientras que DEATH SENTENCES (sentencias de muerte, vaya) en realidad significa algo muy distinto. Lo que pierde poéticamente, sin embargo, lo gana en significado. Este siempre ha sido mi problema con las novelas traducidas. En fin…

De cualquier manera, la obra de Kawamata Chiaki demuestra que merece ser mejor conocida (y tristemente, si no te traducen al inglés, se limita mucho tu difusión). Con algo de suerte, esta novelita logrará cambiar esto. Generar algo de interés, aun si tan solo dentro de nuestra pequeña comunidad.

jueves, 7 de junio de 2012

ADIOS, RAY BRADBURY

Un par de amigos me preguntaron ayer si iba a escribir algo en el blog sobre el triste fallecimiento de Ray Bradbury. ¿Honestamente? Mi primera reacción fue no. No quiero. Todos los años se muere mucha gente, pero por alguna razón éste año en particular parece más feo que los anteriores. Se nos fue Moebius, perdimos a Maurice Sendak, ahora el maestro Bradbury (mientras otros cuyos nombres podría mencionar con mucha facilidad parecen tan indestructibles como las cucarachas de aquel cuento de Simak y siguen y siguen aquí). La verdad me pegó fuerte, y no tenía muchas ganas de andar escribiendo obituarios. Por otra parte me siento mal manteniendo un silencio incomodo después que Bradbury me obsequió tantos momentos tan entrañables a lo largo de mi vida. Me acerqué a la maquina y me puse a teclear, sin saber qué podría añadir que no haya sido mencionado ya en las últimas 48 horas...


En efecto, Ray Bradbury tocó a tantas personas talentosas que la red se ha visto avasallada con las palabras de sus incontables lectores. Listas muy completas de su extensa bibliografía, y sobre todo del efecto personal que tuvo tal y tal cuento sobre el lector. Me da mucho gusto encontrar que la mayoría, evitando el cliché, no solo hablan de los mismos títulos que todos conocemos de sobra, sino de algunas de sus obras quizá menos famosas, como la novela DEATH IS A LONELY BUSINESS, recordándonos que el señor no solo escribíó en los años 50s. Me gustaron mucho, en particular, los textos de gente como Gaby Damian  y Miguel Lupían. Honestos, emotivos. Después de leer eso, ¿qué más puede añadir uno?



Como de costumbre, lo único de lo que puedo hablar con autoridad es sobre mi propia experiencia. Me encantaría poder platicarles que alguna vez lo conocí cara a cara, como en el caso de Moebius, pero no. Así pues, como otros tantos obituarios déjenme platicarles sobre el placer de leer a Ray Bradbury por primera ocasión. En alguna introducción que Gaiman escribió para un libro de Bradbury hace algunos añitos, recuerdo vagamente que menciona que el primer cuento que leyó suyo fue el famoso “Homecoming”. Ese pequeño relato siempre me ha gustado (al igual que “Uncle Einar”), pero no fue mi primera experiencia. La verdad no estoy seguro, pero creo que el primer relato de Bradbury que leí en mi vida fue “The Fog Horn”, donde un solitario dinosaurio confunde la señal del faro del título con la llamada de otro de su especie y, esperanzado de finalmente encontrar compañía, surge de las profundidades abismales siguiendo el sonido hasta que se encuentra con la amarga realidad. Si no fue ese, entonces fue “The Golden Apples of the Sun” (todos parecen adorar esa colección, pero no el cuento que le da nombre. Ignoro la razón, pero a mí me encanta. Lo encuentro tan bello como el anterior “Kaleidoscope”). Como esa misma colección incluye “A Sound of Thunder”, la única historia de viaje en el tiempo que probablemente todos conocen, (aun antes de que sacaran la espantosa película hace un par de años) aun cuando a la mejor desconocen el titulo, y “The Flying Machine” (donde su temor ante el odio que generan las artes creativas y que luego daría fruto a FAHRENHEIT 451, ya se manifiesta presente) asumo que también fueron de mis primeros encuentros con Bradbury. ¿Acaso algún otro escritor poseía mejores cartas de presentación? Imposible, por supuesto, siquiera intentar elegir cuál es mi cuento favorito de Bradbury, o inclusive su colección favorita. ¿Cómo escoger entre THE OCTOBER COUNTRY y THE ILLUSTRATED MAN, o entre THE MARTIAN CHRONICLES o inclusive el tabíque original de THE DARK CARNIVAL?


Lo que si me sorprende ligeramente es que prácticamente ninguno de los obituarios que me he encontrado mencione su trabajo en otros medios. Aquí quizá yo pueda aportar algo diferente a la mayoría. Por supuesto, recordamos a Ray Bradbury como cuentista (mucho más que como novelista, si somos honestos), pero una de sus raras virtudes es que más de una generación antes que gente como Clive Barker o Neil Gaiman, capaces de contar historias en múltiples medios, ya sea comics o televisión o radio o cine o lo que sea, Bradbury ya lo estaba haciendo. Estoy seguro que todo el mundo aquí presente vio (aunque sea una vez) la película MOBY-DICK que dirigió el inmortal John Huston, con Gregory Peck en el icónico papel de Ahab. Ni más ni menos que Bradbury escribió el guion (algo manoseado, y cuyas bizarras experiencias tras bambalinas informan su libro GREEN SHADOWS, WHITE WHALE, que a su manera es casi tan bueno como la novela WHITE HUNTER BLACK HEART de Peter Viertel, también sobre John Huston. Habrán visto la película que hizo Clint Eastwood hace como 20 años). En serio, si no han visto la MOBY-DICK de Huston y Bradbury, haganse un favor a ustedes mismos y haganlo. Sale en el canal 11 casi cada mes. Probablemente recordaran aquellos episodios de THE TWILIGHT ZONE, o ALFRED HITCHCOCK PRESENTS. Ya sea en sus versiones originales, o de los años 80s, los cuentos de Bradbury estan presentes. Quizá hayan visto (o por lo menos escuchado sobre) los legendarios comics de la EC en los años 50s. O los comics de Byron Preiss de los 80s y 90s. Bradbury era su carta más fuerte, y los mejores dibujantes del momento se alineaban para poder adaptar alguno de sus cuentos. La versión de "A Sound of Thunder" de Al Williamson para WEIRD SCIENCE-FANTASY #25 (Septiembre, 1954) es mucho mejor que esa película que menciono arriba. Si vamos para el caso,  la versión de Richard Corben de 1993 para RAY BRADBURY COMICS #1 (de editorial Topps) también lo es.




¿Alguien recuerda la miniserie de THE MARTIAN CHRONICLES con Rock Hudson? Me encantaría recomendarla, pero es bastante pobre la adaptación. Creo que hasta Bradbury comento que se quedó dormido viéndola (en este momento se me hace muy tierna esa imagen). Por otra parte, estoy seguro que muchos recordaran la famosa serie de televisión de los 80s, THE RAY BRADBURY THEATER, y ésta serie definitivamente recibe mi más alta recomendación posible. Los presupuestos no eran muy altos, pero al fin y al cabo el atractivo de Ray Bradbury nunca ha sido sobre efectos especiales. Todos y cada uno de sus 65 episodios los escribió Bradbury en persona y muchos son adaptaciones de sus propios cuentos. Cada episodio comenzaba con Bradbury sentado en su oficina, enseñándonos algún objeto curioso de su colección, e introduciendo el cuento que había inspirado. A riesgo de sonar redundante, el episodio de “A Sound of Thunder” es (de nuevo) una mucha mejor adaptación que esa película que menciono arriba. Recuerdo muy bien a “Usher II” , al igual que a “The Veldt” (curiosamente nunca había leído ese cuento antes de ver el episodio). Como podran notar por la portada de la caja de DVDs que pongo a la izquierda, grandes actores participaron aquí, como Peter O’Toole, Donald Pleasance, David Carradine, así como estrellas populares como Drew Barrymore y el inconfundible William Shatner. No se trata de una obscura serie de culto. En el improbable caso que no les sea familiar, busquen los DVDs (o bájenla ya saben cómo). Si tan solo para ver el rostro amable de Ray Bradbury platicándonos del placer de escribir historias. En este momento creo que nos hace falta a todos...

En todo caso, eso es todo lo que tenía que decir, y la razón por la que lo hice con un día de atraso.

lunes, 4 de junio de 2012

EL REGRESO DE CHINA MIÉVILLE

Nunca he ocultado mi admiración por China Miéville. Cada vez que alguien me hace la trillada pregunta de quién es mi escritor favorito hoy por hoy, no puedo más que admitir mi entusiasmo por Miéville. Por eso mismo, es una enorme satisfacción para mí el anunciar que acabo de terminar su más reciente novela, la asombrosa RAILSEA, que funciona muy bien después de la densa y enormemente ambiciosa EMBASSYTOWN del año pasado. De la misma manera, quizá, que Miéville siguió la difícil e inclasificable THE CITY & THE CITY (probablemente la mejor novela del 2009) y sus complejos crímenes Borgesianos con la entretenida KRAKEN, que es otro dechado de imaginación desbordante pero a la mejor con menos preocupaciones filosóficas, ahora Miéville aprovecha para divertirnos como no lo hacía en mucho tiempo.



RAILSEA, en mi opinión, es un triunfante regreso a aquellas primeras novelas suyas, como PERDIDO STREET STATION o THE SCAR, de hace una década. La historia esta vez no ocurre en el mundo de Bas-Lag, y la ciudad de New Crobuzon jamás es mencionada, pero este es el mismo China Miéville inventivo que apareció como supernova a principios del nuevo siglo, cuya imaginación avasalla cada página. Se trata de una historia naval… solo que en un tren. Un tren que recorre, literalmente, un mar de rieles que tapiza por completo toda la superficie de un mundo. Una telaraña de rieles que se cruzan una y otra vez, sin estación final o dirección. Como cualquiera de los mundos imaginados por Miéville, no está descrito sino más bien pintado en vividos colores para nuestro deleite. Un mundo de perpetuos cielos nublados y contaminados, donde extrañas aves colosales, rara vez observadas, pelean por su feroz existencia más allá de las nubes. Las tripulaciones de los trenes únicamente lo saben por los grotescos cadáveres que encuentran de vez en cuando, caídos del cielo como ángeles rebeldes. La subsistencia diaria en la tierra, tan lejos del cielo, es igual de precaria. Bajarse de un tren y pisar la tierra bajo los rieles no solo es evitado casi supersticiosamente, sino que es casi suicida, ya que las profundidades subterráneas están infestadas de todo tipo de quimeras asesinas, como topos gigantes (del tamaño de ballenas) o insectos mutantes o serpientes o toda una verdadera fauna delirante creada por Miéville. Las pocas ciudades que existen están a salvo en las islas y continentes elevados en este mundo árido y sin océanos, lejos del mar de rieles. La única manera de viajar de un lugar a otro, claro, es por medio de los trenes.

Si toda la historia en THE SCAR ocurría en la ciudad flotante de “Armada” (en realidad una inmensa aglomeración de embarcaciones atadas entre si hasta que se creaban “calles” y “barrios” flotantes casi por accidente) y su largo viaje a lo largo del océano de Bas-Lag, aquí por un momento pensé que el tren donde nos embarcamos sería un microcosmos similar. A la mera hora se trata tan solo de un tren de tamaño normal, pero su sociedad es igual de compleja y elaborada. Sus tripulantes tan bien realizados (y numerosos) como los de aquella otra novela.


Como toda buena novela naval que se jacte de serlo, el protagonista es un joven muchacho en su primer viaje a bordo de un tren. Para la mala fortuna de Sham ap Soorap, la taciturna capitana de este tren en especifico, el Medes, únicamente tiene tiempo para perseguir a lo largo del vasto mar de rieles, de polo a polo, al gigantesco topo color marfil que le arrancó un brazo en el pasado. El terrible y legendario Mocker Jack. Toda su vida gira alrededor de esta obsesión, todas sus acciones están definidas por esta manía, y por eso lo que persigue es una “filosofía”. Efectivamente, ella no es la única capitán en este mundo persiguiendo alguna “filosofía” con el mismo ahínco insano. En caso que no les quede claro, todo esto es una especie de tributo a Melville y su MOBY-DICK, con el pobre Sham teniendo que hacerla de Ishmael moderno. Pero antes que asuman que ya saben cómo va a acabar esto, recordemos que estamos hablando de China Miéville. Esto no es MOBY-DICK reescrito en el futuro (¿alguien más recuerda aquel precioso cuento de Bradbury donde el Pequod es una nave espacial y su capitán está obsesionado con alcanzar un cometa?). A mitad del libro, la tripulación se encuentra con un tren naufragado, y nuestro joven protagonista descubre entre las ruinas abandonadas una fotografía. Una imagen de un par de rieles ferroviarios solitarios, ningún otro riel a la vista a lo largo de la enorme inmensidad que los rodea. Un par de rieles que viajan rectos en una sola dirección… Piénsenlo. En este mundo esos rieles son una imposibilidad. No hay manera de dar la vuelta, o cambiar de dirección. Son una paradoja. Y enterarse de su mera existencia, del mítico “Final de la Línea”, se convertirá en una obsesión para el mismo Sham, una obsesión aparentemente compartida por más de una persona (de la misma manera que todos en “Armada” buscaban la legendaria “Cicatriz” al final de los mares en THE SCAR por una u otra razón). Algo que  pondrá en peligro la vida no solo de Sham sino del resto de la excéntrica tripulación del Medes, e involucrará en la trama a piratas y exploradores y a un par de hábiles huérfanos y a trenes fantasmas y vías tributarias que no deberían existir y conspiraciones y lo que sea que se le ocurrió a Miéville. El mismo Mocker Jack tampoco es lo que uno cree al principio. Mocker Jack, “Mole of Many Meanings”, ¡un apodo digno de Douglas Adams (o por lo menos Monty Python)!

Imposible no mencionar, por supuesto, que una queja contra MOBY-DICK muy común es la falta de personajes femeninos. De hecho, si somos honestos, una vez que terminamos los primeros capítulos y el Pequod zarpa de Nantucket, nos quedamos sin ninguna mujer, y se convierte en un “libro para muchachos” a pesar de todo el mentado simbolismo y las alegorías. Miéville es demasiado hábil para permitir esto, y la mitad de los personajes aquí (empezando por la enigmática capitana) son mujeres. Esperen a conocer a Caldera, o a Travisande Sirocco.


También me parece necesario, en aras de la honestidad, añadir que el lenguaje es muy estilizado, casi barroco. Por si fuera poco, Miéville llena sus párrafos de palabras poco familiares, muchas inventadas, otras no, pero cuyo significado es igual de elusivo. Palabras como “Moldywarpes”, por ejemplo, de hecho no son neologismos, sino un término arcaico para topos. (Si leen la novela en el Kindle, la función de diccionario va a ser muy útil, obviamente). Las primeras páginas cuesta trabajo adaptarse, el efecto parece artificial, y la verdad si fuera cualquier otro escritor, quizá lo habría abandonado. Pero es China Miéville y por eso continué, y fui recompensado. Agarré un ritmo muy cómodo de 60 páginas por noche. Ni una más ni una menos. Usualmente son más en cualquier otra lectura, pero este ritmo fue el que me convino en esta ocasión y ya he aprendido a no intentar violar este tipo de situaciones. En efecto, después de un rato te acostumbras al lenguaje y a la extraña sintaxis, (la preponderancia del signo &, por ejemplo, tan ubicuo que al principio simplemente pensé que era un mero error de formateo en la versión digital para el Kindle, y cuya figura emula “the curving path a train would need to take to change direction”, es tan solo parte del argot anticuado que Miéville utiliza para narrar su historia) y cuando te logras dejar llevar el recorrido resulta maravilloso. La escena al principio donde cazan un topo salvaje por primera vez (varios vagones arponeros son bajados del tren principal para acompañarlo en rieles paralelos), el instante exacto cuando el topo gigante surge de las profundidades por entre las vías, y la alegre fiesta cuando destazan al enorme cadáver, son todos momentos inolvidables. Las estaciones de transito, plantadas en los litorales continentales, y que Miéville describe con singular placer, sus exóticas costumbres y tradiciones, sus bizarros personajes. El momento cuando encuentran el tren fantasma. Y por supuesto, Mocker Jack…

Si la primera mitad del libro es Miéville siendo Miéville e inventando el mundo con su prosa e imaginación virtuosa, la segunda mitad se convierte en una aventura del tipo que tristemente ya no se escriben, pero que Dumas reconocería con una sonrisa. En algún momento nos damos cuenta que Sham tiene más en común con el Jim Hawkins de TREASURE ISLAND que con el desdichado Ishmael de Melville. En efecto, el punto de la historia es más bien sobre el viaje de Sham de mocoso idiota a adulto maduro a lo largo de sus aventuras a través de las curvas y largos planos rectos del infinito mar de rieles. Como siempre, Miéville exige mucho del lector, pero vale la pena el esfuerzo. ¿Para cuándo la siguiente novela?