lunes, 23 de febrero de 2015

SPACE OPERA HOY


Inspirado por el entusiasmo de colegas del otro lado del charco, cuya opinión respeto mucho, finalmente me animé a comprar DARK INTELLIGENCE del británico Neal Asher, la primera novela de una nueva trilogía. Por razones que explicaré a continuación yo no estaba del todo convencido, así que la idea era solo comprar el ebook, probar las aguas antes de sumergirme, pero por alguna razón absurda la versión digital cuesta casi lo mismo que la edición en papel (pasta dura además, un paquete muy bonito la verdad), así que decidí aventarme y comprarlo. Salvo muy contadas excepciones, son los ingleses los que parecen dominar el subgénero de la Space Opera hoy por hoy. Autores como Alastair Reynolds y Paul McAuley están muy por encima de cualquier otro, en mi opinión, (y por supuesto, la larga sombra póstuma del maestro Iain Banks aún perdura). Yo ya me había dado cuenta que se habla mucho de Neal Asher en este tipo de conversaciones. Entonces, pues, ¿es Asher digno de ser considerado en la misma compañía? Después de leer la novela debo decir que la disfruté mucho pero mi respuesta seria que no.
 

Antes que nada tengo que confesar que había leído muy poco de Neal Asher hasta ahora, más que nada cuentos. Recuerdo por ejemplo el excelente “Alien Archeology” de una de las antologías anuales de Dozois que me gustó bastante (y donde además aparece Penny Royal, la Inteligencia Artificial que figura prominentemente en esta novela), así como “Owner Space” de GALACTIC EMPIRES. Lo suficiente para saber que el señor escribe el tipo de Space Opera desenfrenada que a mí me gusta. Quizá decantada más del lado de la acción vertiginosa que de las meditaciones profundas de otros autores, pero eso en si no tiene por qué ser algo malo. A mucha gente parece olvidársele que al mismo Banks le encantaba llenar sus libros de escenas de acción. Un posible obstáculo más preocupante y que muchos me mencionaron es que Asher ha escrito más de una docena de novelas anteriores que ocurren en el mismo universo, una historia de fondo bastante densa en otras palabras. Este tipo de advertencias son las que me hicieron dudar de si debía comprar el libro o no. A mí no me molesta que un libro exija mucho del lector, por el contrario. Es más, siendo viejo lector de comics, me gusta llegar in media res. Que me avienten a la parte más profunda de la piscina. Habiendo dicho eso, sí me irrita cuando un libro no se sostiene por sí solo. Uno puede escoger cualquier novela de la Cultura de Iain Banks y ser capaz de entenderla aun si jamás ha leído algún otro libro de la misma serie. (Que haya algunas novelas mucho mejores que otras dentro de la serie ya es una discusión aparte). Se supone que debería ser irrelevante si este es el primer libro o el quinceavo. Yo no he leído ninguna novela de Neal Asher y de hecho tengo muy pocos conocimientos de las mismas. Más que un impedimento decidí que esto podía ser un reto potencialmente interesante. ¿Podría un lector que llega virgen a este universo disfrutar esta novela? A pesar de una trama muy complicada, la respuesta es que sí.
 

Al iniciar el libro nuestro principal protagonista, Thorvald Spear, ha muerto. Como se podrán imaginar, está bastante molesto por esta situación y se obsesiona con la idea de vengarse. Esa premisa de iniciar una novela con tu protagonista muerto se ha puesto muy de moda en años recientes. Recuerdo por ejemplo a la maravillosa ALTERED CARBON de Richard Morgan, o la misma FEERSUM ENDJINN del maestro Banks. Spear, junto a sus compañeros soldados, fue asesinado hace casi 100 años por Penny Royal, una de las Inteligencias Artificiales que habitan y gobiernan a la Polity, una especie de confederación estelar (más sombras de Banks y su Cultura). Para cazar a la IA renegada, Spear contrata los servicios de Isobel Satomi, una jefa criminal que también ha sido víctima de Penny Royal en el pasado. La obsesión de Spear lo llevara a varios mundos y locales exóticos, donde además conocerá a toda una plétora de extraños personajes, todos alterados en mayor o menor medida por Penny Royal. El nombre de la trilogía es Transformación, y no es ocioso el título. El mismo Spear, conforme avanza la novela descubrirá lo mucho que ha sido alterado por su interacción con la IA. Recuerdo que mi amigo Odo comparó esta novela con las de HYPERION de Dan Simmons (sobre todo la descripción de Penny Royal). En mi opinión Asher jamás alcanza los niveles literarios de Simmons, pero es posible que sí lo supere en términos de imaginación. Por encima de las inevitables comparaciones con Alastair Reynolds, a mi todo esto me recordó más bien lo que escribía Bruce Sterling a principio de los 80s. Habiendo dicho esto, hubo varias partes que no me gustaron…

Hay capítulos enteros donde es evidente que el autor se está inventando excusas de la manga para poder acomodar a sus piezas en las casillas del tablero que son necesarias. Cuando esto ocurre la trama se detiene de repente sin ninguna explicación. Ocurre una y otra vez… (Y luego de nuevo). Algo que quizá sería aceptable de un escritor nuevo se vuelve intolerable de alguien que se supone ya debería haber pulido estos errores después de una docena de libros. La historia de Spear, además, está llena de una tras otra coincidencia, aunque aquí sí el autor demuestra su oficio y poco después de la mitad descubrimos que, en efecto, hay demasiadas coincidencias. Demasiadas para ser verdad. La narrativa está dividida al principio entre Spear e Isobel (aunque únicamente Spear en primera persona), pero después de las primeras 100 páginas más de media docena de nuevos narradores aparecen. Por desgracia muy pocos de ellos son desarrollados de manera satisfactoria. En efecto, Asher no cuida ni pinta a sus personajes como los viejos maestros (se me ocurre M. John Harrison, por ejemplo) y sus diálogos en general van de mediocres hasta inverosímiles, pasando por el inevitable infodump. Por otra parte admito que es cierto que la trama se agiliza bastante cuando aparecen estos nuevos narradores (me sorprendió que uno de ellos fuera un prador).

En resumen, aunque es difícil no contagiarse del entusiasmo de este autor, encontré el libro bastante deficiente. En mi opinión el cuento que mencioné arriba, “Alien Archeology” es bastante superior. Ese elusivo sense of wonder se encuentra ahí gloriosamente encapsulado en tan solo 40 páginas (aunque por supuesto la letra en los libros de Dozois es pequeña, o sea que es el equivalente a una novela corta). La estructura y trama de hecho son muy parecidas, solo que sin tanta paja de relleno. Yo recomendaría que mejor leyeran ese relato. En lo que a mí concierne, no me arrepiento de haber comprado el libro (de nuevo, se ve muy bonito en mis anaqueles) pero no creo continuar con las secuelas.

miércoles, 11 de febrero de 2015

LOS ORÍGENES DEL STEAMPUNK


Hace un par de semanas mi amiga Karen me prestó una antología llamada STEAMPUNK, editada por Kelly Link, y una vez que lo terminé me quedé con ganas de leer más Steampunk. No alguno de la avalancha de libritos YA que publican hoy en día bajo esa etiqueta, sino uno de los verdaderos. Mucho antes que William Gibson y Bruce Sterling formalizaran las reglas del juego con su THE DIFFERENCE ENGINE de 1990, y aun antes que KW Jeter acuñara el término por accidente en una carta a la revista LOCUS en 1985 (donde predijo que las novelas fantásticas victorianas serian la “Next Big Thing”), un trio de amigos escribieron lo que a la larga se conocerían como las piedras angulares sobre las que se apoya todo el fenómeno Steampunk. Hoy en día, por supuesto, el Steampunk es un verdadero subgénero de la CF, con anaqueles enteros dedicados al mismo, pero allá por las frioleras de principios de los 80s nadie tenía la menor idea cómo clasificar a THE ANUBIS GATES de Tim Powers, a HOMUNCULUS de James P. Blaylock y finalmente a INFERNAL DEVICES del mismo Jeter.
 

THE ANUBIS GATES quizá sea la más famosa y la primera que se publicó de las tres, y es una verdadera obra maestra, pero en mi opinión en realidad nunca fue Steampunk. Técnicamente no ocurre en la Londres victoriana (aunque eso ya no es una condición absoluta hoy por hoy), pero sobre todo la sensibilidad es distinta. La idea no es solo situar la historia en el siglo XIX, sino además aplicar una especie de retro-futurismo que jamás aparece en esa novela de Powers. Se inclina más bien a los otros libros que escribiría eventualmente, como DECLARE y LAST CALL, que en vez de historias de mundos paralelos son Historias Secretas, es decir novelas históricas que pudieron ocurrir en nuestro mundo a pesar de todos los detalles fantásticos. Personajes se repiten en los tres libros. El poeta Ashbless, por ejemplo, que es mencionado y sus versos citados (a veces hasta a manera de epígrafe) en más de una ocasión. Pero por las razones que acabo de nombrar me quise enfocar tan solo en las otras dos novelas.


Si alguna vez se molestan en leer los comentarios en Amazon verán que muchos encuentran a HOMUNCULUS como una experiencia decepcionante. Muy aburrida, muy lenta. Esto es falso pero por desgracia típico de esta nueva generación de lectores de Steampunk, criados con novelitas YA (con sus tramas y hasta la prosa simplificadas) y que inevitablemente se topan con una pared infranqueable al intentar descifrar el libro de Blaylock. HOMUNCULUS es una novela con una prosa envidiable, nada sencilla. De descripciones fantásticas y largos pasajes que le darían un infarto a los editores mexicanos que parecen odiar los adjetivos pero muy dignos de una novela de Dickens. A diferencia del Steampunk actual, la idea de Blaylock no era tan solo usar al Londres victoriano, ayudado por algunas fechas y nombres de calles y ya, e introducir a algún protagonista adolescente con goggles. Su intención era la de escribir una verdadera novela victoriana… que solo por casualidad tenia elementos tan delirantes que únicamente podrían ocurrir en una novela contemporánea.
 
La primera página inicia con larguísimos párrafos que describen el amanecer de un día ordinario de Londres en 1870… hasta que surge de la neblina un misterioso dirigible, con tan solo un esqueleto vestido de capitán amarrado al timón. A partir de ese momento conoceremos al siniestro jorobado Ignacio Narbondo, al excéntrico científico Langdon St. Ives del Trismegistus Club, que está demasiado ocupado para preocuparse con todo esto ya que está construyendo una absurda nave espacial con la ayuda de su amigo el juguetero Keeble. El mismo Keeble que diseñó las cuatro cajitas que todos quieren encontrar a cualquier costo, desde el millonario Kelso Drake que usa las maquinas del homúnculo del título en sus prostíbulos en el West End, hasta el evangelista que ha contratado a Narbondo para que reviva al cadáver de su madre, así como la mismísima Royal Society. Zombies reanimados, homúnculos alquímicos de otros planetas, dirigibles fantasma y el Londres de Dickens. Los lectores no sabían ni qué les pegó. Aquí hay suficiente trama como para nutrir a media docena de trilogías actuales. Muy pero muy recomendada.
 

INFERNAL DEVICES, por su parte, tiene más en común con lo que ahora conocemos como Steampunk, con un ritmo más animado, más frenético. Hay un vago aroma de maquinaria de vapor con serpenteantes tubos de cobre y el tic-toc implacable de relojería victoriana alrededor de este librito. Las casi interminables descripciones del interior de relojes y autómatas por igual son casi fetichistas en su lujo de detalle de engranes y resortes. (¿Quizá esta novela también es piedra angular del clockpunk, ese sub-subgénero?). Escrita a manera de una confesión en primera persona, como tantas novelas de fines del siglo XIX, la historia comienza cuando un misterioso extraño llega a la tienda de George Dower, el hijo de un brillante relojero, y le pide que repare uno de los inventos de su padre. Por desgracia, nuestro pobre protagonista carece el genio del padre. Un accidente ocurre y el extraño visitante sangra… agua salada. Esto es tan solo el inicio de una vorágine de circunstancias que lleva a George de una desventura a la siguiente como en una novela picaresca. George y el enigmático aparato son perseguidos por un sinfín de bizarros personajes, desde el ladrón de lentes azules que puede ver el futuro, la mujer que desea a George porque cree que es capaz de tocar el violín (y hacer el amor) como Paganini, hasta la Royal Anti-Society (que, como Jeff VanderMeer apunta correctamente en su epilogo, parecerían arrancados de un sketch de Monthy Python) sin olvidar a la Ladies Union for the Suppression of Carnal Vice (cuya mandamás resulta ser la Madame de un prostíbulo) y hasta lo que queda del Godly Army de Oliver Cromwell (ahora entiendo de dónde sacó Pat Mills varias de sus ideas para “Defoe” en las páginas de 2000 AD).  El lector viaja desde el distrito de Wetwick, habitado por hombres anfibio (importados de Innsmouth, uno creería), hasta el otro extremo de Inglaterra en las islas Hebridas occidentales. En todas partes George encuentra algún invento de su padre, estos aparatos infernales del título que todos desean usar para sus propios propósitos egoístas. Este es otro libro saturado de ideas y eventos (hasta el punto que, como buena novela picaresca, puede llegar a cansar la primera vez que lo lees) que hoy en día aparecería como una serie de trilogías.

Detalle curioso, ninguno de estos tres autores continuaron escribiendo dentro del subgénero que prácticamente inventaron por si solos y que ahora alberga a tantísimos escritores (hasta en los comics y en las películas). Quizá sería interesante preguntarles lo que opinan del monstruo que engendraron. Quizá el hecho que ninguno de los tres parece muy interesado en regresar sea respuesta suficiente…