jueves, 14 de septiembre de 2017

EL REGRESO DE JEFF NOON

Es un placer casi olvidado escribir una postal en este blog no porque se acaba de morir (o es su aniversario luctuoso) algún escritor que estimo, sino porque acabo de leer un libro que me gustó tanto que simplemente quiero platicarlo. Ya saben, el propósito original de este blog. Por alguna razón, he visto muy pocas reseñas de A MAN OF SHADOWS, la nueva novela de Jeff Noon. En cierta forma, encuentro esto muy apropiado. Noon será por siempre recordado como el autor de la extraordinaria VURT en los años 90s, una verdadera novela de culto en el sentido que no muchos parecen haberla leído (aunque todos han escuchado de ella), pero los que lo hicimos la defendemos pasionalmente. Este nuevo libro parece condenado al mismo destino. Por otra parte, este es el tan esperado regreso de Noon, su primera novela publicada después de una ausencia de más de quince años. Yo imaginaba quizá un poco más de gente poniendo atención. Temo mucho que no se le hizo la promoción adecuada (o de cualquier tipo)


¿Y qué es lo que dicen este puñado de reseñas? Pues la mayoría parecen atoradas con el hecho que “no es VURT”. Lo dicen como si fuera algo terrible. Cuando mencionan que “no es tan buena como VURT”, lo que usualmente quieren decir es que es diferente a VURT. Bien, maravilloso. Es como cada vez que William Gibson escribe una nueva novela, no falta ese que nos informa con mucha puntualidad que no es como NEUROMANCER. Por mucho que amo la novela original de Gibson, si quisiera volverla a leer simplemente la sacaría de mi librero en vez de gastar 20 dólares en una nueva versión. Así pues, A MAN OF SHADOWS no es VURT. ¿Ya nos quedó claro? Perfecto. Ahora bien, ¿es buena? Irónicamente, mi primera reacción fue que se parecía bastante a VURT (inserten las risas aquí). Esta misteriosa ciudad anónima, dividida por el día y la noche, bien podría ser la Manchester transformada de VURT y de POLLEN y de NYMPHOMATION. El libro nunca se molesta en explicar bien dónde está localizada. Hasta hay una droga que altera nuestra percepción de la realidad (si bien nunca es tan importante para la trama como en esas novelas anteriores). Es solo mediante avanza la trama que descubrimos que Noon intenta contar una historia muy distinta.


Igual que en VURT, la ciudad es personaje principal de la novela. La mitad de la ciudad, Dayzone, vive un día perpetuo desde que decidieron erradicar la noche. Hay iluminación constante las 24 horas, letreros de neón, imágenes fluorescentes publicitarias, focos y más focos, todos los edificios cubiertos por espejos. Las nubes y el sol mismo han desaparecido de Dayzone. Cuando llueve, las pocas veces que el agua se logra filtrar por esta muralla de luz, los transformadores explotan lanzando chispas y creando arcoíris artificiales que los ciudadanos adoran como evidencia de Dios. Fascinantes consecuencias psicológicas ocurren a partir de esto. Como no hay manera de saber qué hora es, cada persona, cada edificio, cada piso, cada negocio, tiene su propia hora del día, su propia cronología. La gente debe cambiar su reloj obsesivamente cada vez que interactúan con alguien más o entran a un lugar distinto, o corren el riesgo de estar en la hora equivocada, de no estar sincronizados adecuadamente. Si entras a un bar a las seis de la tarde según tu reloj, pero adentro son las ocho de la mañana no vas a recibir servicio. El principal producto de venta son cronologías y horarios oficiales (y algunos ilegales). El distrito financiero depende del alza y caída de los horarios más lucrativos. Lo que al principio parecería una ingeniosa pero inverosímil tontería acaba resultando algo brillante (pun intended). Ballard habría amado esta novela. Los ritmos circadianos de cada persona, sus relojes biológicos internos, dejan de operar y muchos reaccionan negativamente. Algunos pierden la cabeza. “She’s got no numbers left in her clock”. El síndrome de Chronostasis. En el otro extremo de la ciudad está Nocturna, donde la luz está prohibida y una noche eterna reina. Los nombres de las calles están ocultos por las sombras y los habitantes se guían por las constelaciones. Pero no las familiares estrellas que conocemos sino bombillas que han puesto sobre sus propias azoteas para crear constelaciones artificiales que brillan tenuemente en el “cielo”. Algunas reseñas mencionan la asombrosa THE CITY & THE CITY de China Miéville, pero aunque es igual de alucinante, en realidad aquí las dos ciudades que son una jamás se mezclan o cruzan entre sí. De hecho, contra lo que algunos pensarían, Nocturna no es un lugar que emane maldad. No, eso queda para el área que divide ambos extremos, la franja de Dusk, que es donde la novela abandona su estructura de estricta lógica para ceder el paso a elementos sobrenaturales. (Más sobre eso después)


En este mundo conocemos a John Henry Nyquist, detective privado. Nyquist es un cliché andante, con todas las características familiares del género. Es alcohólico, es un solitario amargado con la vida, y sin embargo todavía intenta hacer algún bien si le es posible. Un poderoso millonario, alguien que fabrica cronologías y horarios oficiales para su venta publica, lo contrata para encontrar a su hermosa hija desaparecida. Hasta aquí todo el repertorio completo de clichés de una novela negra barata, casi un arquetipo. Todo es intencional, por supuesto. Lo importante es lo que Noon hace con estos elementos. Su búsqueda llevara a Nyquist de un extremo al otro de la ciudad, donde conoce a todo tipo de personas excéntricas, desde un anónimo trabajador que vive su vida entera en las azoteas remplazando las bombillas defectuosas del techo de la ciudad, hasta meteorólogos en una ciudad esencialmente sin clima. ¿Ya mencioné al asesino serial? Un asesino que parece casi sobrenatural, ¿o lo es en verdad? Nyquist descubre que el asesino está ligado de alguna manera a esta muchacha perdida. Todos los caminos conducen a Dusk, y los extraños eventos sin lógica que ahí ocurren cotidianamente. Esa prosa exuberante, casi psicodélica, de sus novelas anteriores ahora adopta el tono y acento de las novelas policiacas a las que emula y el resultado es quizá todavía más evocativo al usar ese estilo casi clínico para describir todas estas maravillas e incongruencias. Mientras iba avanzando, la premisa de la trama me era casi indiferente al tiempo que yo devoraba página tras página por descubrir más sobre esta ciudad. La tercera sección del libro, que ocurre casi por completo en Dusk, es quizá un poco larga y se aleja de las convenciones de la novela policiaca para caer en territorio de Stephen King. A la mejor no a todos les va a gustar este cambio pero yo lo encontré adecuado para las circunstancias.

En resumen, me parece que los que amaron VURT hace más de 20 años disfrutaran de esta nueva novela siempre y cuando entiendan que es un animal muy distinto. (Los fans más fieles luego acaban siendo los más intolerantes al cambio). Me parece que ese mismo coctel de sense of wonder es recreado aquí utilizando distintos ingredientes. Me queda claro, desde los 90s, que Noon no es un escritor para todos, pero si tan solo le dan una oportunidad los llevara de la mano a lo largo de un viaje inolvidable.